LOS PRIMEROS HABITANTES DEL CONTINENTE AMERICANO LLEGARON EN DOS GRUPOS


Los primeros humanos en poblar el continente americano viajaron en al menos dos grupos separados, aunque llegaron a destino con poco tiempo de diferencia, según se deduce de nuevas evidencias genéticas.

Después del Último Máximo Glacial, hace entre 15.000 y 17.000 años aproximadamente, un grupo entró en Norteamérica desde Beringia, siguiendo la línea costera del Pacífico, desprovista de hielo. Beringia era la masa de tierra que conectaba el nordeste de Siberia con Alaska, durante la última era glacial. Paralelamente, otro grupo atravesó un corredor de tierra abierto entre dos capas de hielo para llegar directamente a la región oriental de las Montañas Rocosas. Estos primeros americanos, según los investigadores, se convirtieron en los ancestros de casi todos los grupos nativos modernos de Norte, Centro y Sudamérica, con las excepciones importantes de los Na-Dene y los esquimales-aleutianos de la zona norte de Norteamérica.

Datos recientes, basados en evidencias arqueológicas y registros medioambientales, han sugerido que los seres humanos entraron en América desde Beringia hace unos 15.000 años, y que la dispersión se desarrolló a lo largo de la línea costera del Pacífico, desprovista de masas de hielo. Este nuevo estudio revela ahora un escenario alternativo: dos rutas de emigración casi concomitantes, ambas desde Beringia, hace entre 15.000 y 17.000 años, conduciendo a la dispersión de los paleoindios o paleoindígenas, los primeros americanos.

Tal origen dual para los paleoindios tiene importantes implicaciones para todas las disciplinas científicas involucradas en el estudio de los nativos americanos. Por ejemplo, implica que no hay una razón de peso para presumir que con los inmigrantes vino una sola familia de lenguas.

Cuando Colón alcanzó América en 1492, la ocupación de los nativos americanos se extendía desde el Estrecho de Bering hasta la Tierra del Fuego. Aquellas poblaciones nativas presentaban una extraordinaria diversidad tanto lingüística como cultural, lo que ha alimentado grandes debates entre los expertos acerca de sus interrelaciones y sus orígenes.

Recientemente, la genética molecular, respaldada por la arqueología y la lingüística, ha comenzado a aportar nuevos y esclarecedores datos sobre la cuestión. En el nuevo estudio, Ugo Perego y Alessandro Achilli, del equipo de Antonio Torroni de la Universidad de Pavía, en Italia, analizaron ADN mitocondrial de dos raros haplogrupos. Las mitocondrias son componentes celulares que poseen su propio ADN, el cual permite a los científicos rastrear la ascendencia y las migraciones.

Los resultados de los análisis demuestran que el haplogrupo llamado D4h3 se dispersó desde Beringia hasta América a través de la ruta de la costa del Pacífico, alcanzando "rápidamente" la Tierra del Fuego. El otro haplogrupo, el X2a, se dispersó aproximadamente al mismo tiempo a través del corredor libre de hielos entre la capa de hielo de Laurentide y la de la Cordillera, y se quedó restringido a Norteamérica.

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